martes, 31 de diciembre de 2013

Las últimas urgencias del año

Peleas, intoxicacciones y accidentes domésticos o de tráfico, las más habituales
 Los servicios de Urgencias están acostumbrados a actuar en Noche Vieja

EL MUNDO - LAURA TARDÓN Madrid

  Suena la última campanada de año y, sin apenas haber ingerido la duodécima uva, comienza la función en los servicios de urgencias. La Noche Vieja no es una jornada más. No sólo por el volumen de trabajo sino porque los médicos que están de guardia no pueden dar la bienvenida al Año Nuevo junto a sus familiares. Lo hacen acompañados de colegas, rodeados de batas blancas e instrumental sanitario, en lugar de luces de colores, árbol y belén.

La última media hora del año también la viven con mucha emoción. A diferencia de quienes están en el calor de su casa concentrados en atraer 365 días cargados de buena suerte, en los servicios de urgencias, los médicos están alerta porque saben que el primer paciente de la noche cruzará las puertas del hospital en cualquier momento. Esa noche, tienen que cambiar las uvas por las prisas y el brindis por la acción.

Es una jornada "más movida que la Noche Buena, que se celebra en casa. Normalmente, a las dos de la madrugada baja la actividad en urgencias", cuenta Luis García-Castrillo Riesgo, coordinador de Urgencias del Hospital Universitario Marqués de Valdecilla, en Santander y miembro de la Sociedad Española de MEdicina de Urgencias y Emergencias (Semes).

Sin embargo, en la última noche del año, a partir de las 11.30 comienzan a poblarse las salas de urgencias. "Peleas, accidentes de tráfico, intoxicaciones por alcohol... Hay mucha actividad y la noche se prolonga hasta la madrugada del día siguiente", afirma el experto, que lleva más de 20 años al mando de este servicio en el hospital de Santander. "Hay mayor volumen de urgencias que el resto de las guardias del año", apostilla.

Más allá de esta noche frenética, durante las fechas navideñas se registra menos demanda ligada a la actividad laboral. "Mucha gente coge vacaciones. Estamos más en casa y los problemas son de otro tipo". Son más frecuentes las reuniones familiares y las tensiones entre ellos. "Los pacientes psicóticos y psiquiátricos sufren descompensaciones por
estas discusiones. Son más sensibles a la falta de un ser querido o a cualquier tipo de problemas", argumenta García-Castrillo, que lleva más de 30 años trabajando en el servicio de urgencias.
Pacientes crónicos, niños y ancianos

Otro grupo de pacientes frecuentes en las salas de urgencias son aquellos con enfermedades crónicas (hipertensión, problemas renales, respiratorios, del corazón, etc.) que abandonan la medicación en el momento en que se rompe la rutina por las vacaciones. El cambio de ritmo dificulta el seguimiento del tratamiento. También están las personas mayores que se exceden en las comidas y se saltan sus restricciones dietéticas". En definitiva, globalmente, en estas fechas, "se reducen los problemas por accidentes de tráfico y derivados de la actividad laboral y aumenta el número de personas que vienen descompensadas".

El patrón de los pacientes que acuden a Urgencias en Navidad cambia, también en el caso de los niños. Si a lo largo del año la mayoría de los padres les llevan al hospital por infecciones y catarros, ahora que están más tiempo en casa, incrementa el riesgo de accidentes domésticos. "Ingieren productos de limpieza, medicamentos... Tienen más tiempo para explorar", con el peligro que eso conlleva.

Tanto Luis García-Castrillo como Francisco Javier Fonseca, coordinador del grupo de urgencias de Semergen, subrayan la amenaza de atragantamiento que suponen algunos alimentos, sobre todo, para la población infantil. Según Fonseca, no se les deben ofrecer frutos secos hasta los tres e incluso cinco años, ni siquiera en fechas especiales como excepción. Son la primera causa de atragantamiento infantil. En cuanto al resto de alimentos, "los padres tendrán que inspeccionarlos para retirar espinas del pescado, huesos del pollo, nervios de la carne, etc.".

A los ancianos con dificultad de deglución (otro de los grupos de mayor riesgo de atragantamiento) conviene darles alimentación blanda o semilíquida. Tanto los más pequeños como los más ancianos podrán celebrar con uvas los últimos 12 segundos del año, pero con cuidado. "Escogerlas pequeñas, no tomarlas muy deprisa y evitar la piel", apunta Fonseca. Una recomendación más: "Evitar beber el champán con el anillo en el interior de la copa". Se han dado casos de atragantamiento por culpa de esta tradición.

Otra de las urgencias más típicas de las fiestas navideñas son las heridas cortantes con el cuchillo del jamón o con latas abrefácil. "En estas fechas es frecuente tener en casa un jamón o paletilla y que nos creamos verdaderos maestros cortadores de jamón", dice Fonseca. Para evitar cortes poco apetecibles, "debemos elegir un sitio apropiado y con espacio suficiente para desenvolverse y recordar que está manipulando un cuchillo de hoja larga muy afilado. Fije bien el jamonero, que no se mueva". Además, "tenga cuidado con la mano libre, que hay que colocar por detrás de la hoja del cuchillo". En el caso de las latas, "hemos de sujetarlas bien con una mano, realizando la tracción hacia el lado contrario de donde tenemos la mano que sujeta la lata. Si es posible, sería adecuado proteger la mano que sujeta la lata con un paño de cocina".
Árboles incendiarios

Pueden ser también peligrosos los adornos de Navidad no son tan inocuos como pueden parecer. Como explica Fonseca, "posiblemente, uno de los accidentes más comunes en esta época son los incendios provocados por cortocircuitos de los aparatos electrónicos que colgamos en los árboles decorativos, que se suelen quedar conectados durante la noche, así como por las llamas de las velas que dejamos o bien por los fósforos que empleamos cuando vamos a encenderlas".

En cuanto a los árboles, continúa el experto, "los que son naturales y están bien regados no constituyen un problema, pero los secos y descuidados y los artificiales pueden ser muy peligrosos en caso de cortocircuito. Pueden producir quemaduras y, debido a sus componentes, intoxicación por inhalación de humo, sin olvidar que también pueden causar electrocución, ya que facilitan el contacto de niños o adultos con la corriente eléctrica directamente o bien a través de estructuras metálicas (como la base de los árboles o los
elementos decorativos). Puede producir desde el conocido calambre hasta la muerte por paro cardiaco. El contacto eléctrico se hace mucho mayor cuando la persona está en ambiente mojado, descalza sobre el suelo o en el jardín de la casa.

Por otro lado, las fiestas animan a muchos aficionados de la pirotecnia a tirar cohetes, petardos, fuegos artificiales, bengalas, etc. Su manejo puede originar quemaduras en la piel, heridas en los dedos (incluso la amputación de los mismos), manos o incluso lesiones acústicas (por el estruendo que generan) que van desde la pérdida transitoria de la agudeza auditiva hasta daño definitivo. Son los niños los que están más expuestos a este tipo de problemas, ya que su sistema auditivo es más vulnerable. Consejo: mantener la boca semiabierta disminuye el riesgo de lesión timpánica al compensarse la presión transmitida a ambos lados del tímpano.
Ojo con el alcohol

Sin duda, la intoxicación etílica es uno de los motivos más frecuentes de las visitas a urgencias y las transgresiones dietéticas también conllevan algunos disgustos. El más común, afirma Fonseca, la indigestión o digestión lenta. Castiga los excesos culinarios con "un dolor o molestia en la parte central del abdomen superior y puede asociarse a náuseas y vómitos". También se produce "cuando se consume alcohol en exceso, alimentos muy condimentados o grasos, al comer demasiado rápido y por tabaquismo".

Para evitarlo, conviene "comer despacio, masticar los alimentos detenida y completamente, no discutir durante las comidas, no hacer ejercicio físico inmediatamente después de comer, hacer comidas de poca cantidad y comer frecuentemente (cinco comidas al día), evitar cantidades elevadas de alcohol, comidas muy grasas y recordar que las bebidas gaseosas enlentecen la digestión, por lo que deberíamos, al menos, reducirlas durante las comidas".

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