domingo, 17 de noviembre de 2013

¿Cómo salvo a mi perro en caso de catástrofe?

 

No es la primera vez que pasa. Hay una evacuación por una catástrofe de cualquier tipo; incendio forestal, movimiento sísmico, inundaciones… Y los animales, tanto domésticos como de producción, se quedan atrás. No se les puede trasladar en los mismos vehículos que a los seres humanos, no se les puede albergar en los mismos espacios, no se les puede alimentar. De modo que la medida más habitual es soltarlos y esperar que tengan suerte y puedan escapar para ser reencontrados una vez pasada la emergencia, o dejarlos en casa con comida y agua esperando que no les pase nada.


Fuente:http://diarioverdi.blogspot.com.es/2005/09/animales-abandonados-despus-del.html

Este es el tercero, pero no último porque habrá uno más sobre uso de perros de asistencia durante una catástrofe, de los artículos destinados a tratar el tema de los animales durante las emergencias.

Hace tiempo, en diciembre de 2011, puse este tema sobre la mesa ante el Colegio de Veterinarios de Las Palmas (Provincia en la que resido), teniendo una buena recepción y gestión por parte de D. Javier Delgado, pero parece que el tema se paralizó, de modo que vuelvo a traerlo ante la opinión pública ¿Qué hacemos con nuestras mascotas si tenemos que evacuar nuestra casa? Esta situación es muy dura para el animal y para la inmensa mayoría de los propietarios, dado que generan unos fuertes vínculos con ellos. Hasta el punto de que puede suponer una fuente de conflicto entre autoridades y ciudadanos al oponer estos resistencia a ser trasladados sin sus perros, gatos o mascota de la que se trate. Además la técnica de soltarlos puede generar riesgos para los efectivos que estén trabajando en el escenario de la emergencia, por ataques, accidentes de tráfico, etc.


Fuente: http://www-tc.pbs.org/wnet/nature/files/2008/10/na_img_katrina_intro.jpg

¿Qué opciones hay entonces? Trabajar para incluir algunas sencillas fórmulas en los Planes Territoriales de Emergencias que permitan la evacuación ordenada y sistemática de los animales y no sólo de las personas.

Lo primero es tener actualizado un censo de animales, para eso hay herramientas como el “Zoocan“, que registra todos los animales que disponen de chip con bastantes datos imprescindibles (raza, vacunación, propietario). Hay que incluir también un listado de albergues, públicos y privados, con espacio para llevar a ellos a los animales evacuados. Así mismo se puede disponer de un listado de voluntarios que estén dispuestos, dentro de sus posibilidades, para ir a recoger a los animales. En este punto es importante que esos voluntarios estén integrados en alguna asociación que permita tenerlos cubiertos con un seguro, dado que se entra en una zona con cierto riesgo, si bien las evacuaciones acostumbran a ser preventivas y hacerse con tiempo suficiente para que los intervinientes no corran peligro.

Es imprescindible conocer la capacidad de transporte de animales que tenemos disponible, esto se puede hacer conociendo los medios de las unidades relacionadas con perros, por ejemplo, de las administraciones de nuestra zona de influencia (si hablamos de nuestra Comunidad Autónoma, pues los medios que operan en la misma, independientemente de que su dependencia sea provincial, regional o estatal), por ejemplo la cantidad de plazas de los vehículos de la Unidad Canina del Cuerpo Nacional de Policía y la Guardia Civil, de los furgones municipales de recogida de animales, de la Unidad Militar de Emergencias, empresas privadas con servicio de recogida a domicilio de animales, etc. Esos vehículos se podrán usar para trasladar a los perros o gatos evacuados hasta los albergues.

Además habrá que estipular el tiempo que deberá pasar desde que se decrete el fin de la emergencia hasta que el dueño se haga cargo de su animal sin que se declare abandonado. En caso de que nadie se haga cargo y no se localice al dueño, se procederá como con cualquier animal que se haya encontrado en la calle.

Uno de los mayores problemas será el punto de la manutención de las mascotas, pero creo que sería fácilmente salvable llegando a acuerdos con grandes superficies de alimentación que también venden comida de animales, incluso con algunos fabricantes de piensos que tienen instalaciones en España. Seguramente estarán dispuestos a enviar X kilos de comida en caso de ser necesario. Algunas cadenas de alimentación que funcionan en nuestro país tienen acuerdos con ONG para regalar comida en caso de catástrofe, probablemente se pueda ampliar esa colaboración para que incluya alimento seco para animales. Al menos para los primeros momentos, luego se pueden hacer cargo los dueños. También sería conveniente que, igual que se enseña a la población a tener “mochilas de emergencias” con cosas básicas como agua, documentación de la casa, medicación, etc, los dueños de animales tengan algo similar preparado para sus animales por si fuera necesario (pipetas, medicación si el perro está enfermo, comedero y bebedero portátil, agua y una bolsa de pienso, además de la copia de su documentación). Siempre se pueden articular medidas para que, una vez se vuelva a la normalidad, los dueños puedan pagar los gastos ocasionados de un modo racional en caso de ser necesario. Sea como sea, teniendo en cuenta las diferencias de tamaño y necesidades nutricionales, se me ocurre que hay que calcular al menos una media de medio kilo de pienso por animal y día para saber la cantidad de pienso que nos hará falta, aunque este es un extremo a decidir por los Colegios de Veterinarios.

Sería conveniente que dichos Colegios de Veterinarios sean los responsables de la coordinación de estos eventos, pudiendo costear cada colegio la compra de un número X, por ejemplo 100, de jaulas portátiles desmontables que podrían ser instaladas cerca de las zonas destinadas al albergue de personas, dado que no conviene que se comparta el espacio físico habitable entre personas y animales por evidentes razones de higiene.

Para terminar, se ha de crear un sistema de etiqueta que se pueda colgar del cuello del animal, similar a las tarjetas de triage humanas, que identifique a la mascota en todo momento. Se podrían distribuir y que se entreguen en el veterinario junto con la tarjeta una vez que se le ha puesto el chip al perro. Bastaría con tenerla en la “mochila de catástrofes” y usarla sólo si fuera necesaria la evacuación.


Tarjeta de triaje (método start), foto propia.

Y por último, haría falta voluntad política para incluir todo lo comentado anteriormente en el apartado de Logística de los distintos Planes Territoriales de Emergencias de las 17 Comunidades Autónomas así como de las Ciudades Autónomas. Lo ideal es que se empiece por los PEMU (Planes de Emergencias Municipales), e ir “subiendo” hasta que este tipo de medidas alcancen TODOS los Planes de Emergencias.

Siguiendo estas pautas, en caso de catástrofe podremos saber la cantidad de animales que debemos evacuar, programar rápidamente los medios necesarios para ello, así como albergarlos cerca de sus dueños. No se me ocurre nada más humano que esto. No es complejo, y apenas conlleva gastos.

Como resumen, los puntos tratados son los siguientes:

– Censo de animales.

- Listado de albergues y empresas con espacio para llevar a los animales.

- Listado de voluntarios que quieran acoger animales.

– Medios disponibles para el traslado de los animales (Unidad Canina del CNP, de la PL, medios municipales, ambucan, unidad cinológica de la Guardia Civil, unidad canina de la UME).
- Normas, legislación, respecto al tiempo necesario para que el animal se considere abandonado.
- Acuerdo de gastos de manutención de los animales (intentar pactarlo con grandes empresas del ramo).
- Compra por parte del Colegio de Veterinarios de un centenar de jaulas desmontables (tipo trasportín).
- Sistema de etiqueta para colgar del collar, con los datos del perro y del dueño. (se puede repartir desde la aprobación de la inclusión de este apartado a través de los veterinarios).
- Inclusión en el apartado de Logística de los Planes de Emergencias.

Ha habido muchas catástrofes en los últimos años en los que el tratamiento de la evacuación de los animales ha supuesto un problema. Uno de los más llamativos fue el Huracán Katrina, en Estados Unidos, donde una vez que pasó lo peor se constituyeron grupos de voluntarios para ir a rescatar a los animales, encontrando a multitud de perros y gatos que se estaban muriendo de hambre y sed en sus casas por no poder salir. La FEMA (Agencia Federal de Emergencias de EE.UU.), propone planes de acción para las mascotas en caso de catástrofe, de modo que ni seríamos pioneros ni es algo descabellado, ya lo dijo Gandhi:

“Un país, una civilización, se puede juzgar por la forma en la que trata a sus animales”.

Y para despedirme hasta que empecemos un sano debate en los comentarios del blog, dejo este enlace en el que una mujer de Gran Canaria formó un grupo similar al del Huracán Katrina para rescatar animales tras el último incendio forestal de la semana pasada en la Cumbre de la isla: Los rescatadores de mascotas.

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