sábado, 1 de enero de 2011

Las campanadas del 'currante'



El servicio de emergencias atiende una incidencia. | ELMUNDO.es
Juan Gómez, taxista: 'Van muy borrachos, algunos necesitan una ambulancia'
Joaquín Estepa, 061: 'Por degracia, ya estamos acostumbrados'
Carlos Pina, bombero: 'La gente nos saluda alegremente por la calle'
Juan Manuel, guardia civil: 'Se pueden recibir unas 500 llamadas al 062'
Pepe Barahona | Sevilla
Actualizado jueves 30/12/2010 18:52 horasDisminuye el tamaño del textoAumenta el tamaño del textoLas uvas tan típicas de las campanadas se les pueden atragantar a más de uno mucho antes de las doce de la noche. Exactamente el día en el que conocen que la madrugada del 31 de diciembre la pasarán trabajando. No son pocos los que despiden el año enfrascados en sus quehaceres laborales. Médicos, bomberos, taxistas o camareros se sacrifican en esta noche especial para que otros disfruten.

Horas antes del cambio de año, arranca una maratoniana jornada que se distingue de las demás por las pecularidades de una noche de excesos. Con las uvas preparadas y con la incertidumbre de si podrán tomárselas. Se enfundan el uniforme y se despiden de sus familias hasta el año que viene. Por delante, hasta 12 horas de trabajo.

En el taxi
Desde el taxi, Juan Gómez explica cómo se vacían las calles en torno a las 12 menos cinco. La gente se disipa y todo se convierte en una calma espera. "La demanda se dispara poco después de las campanadas", confirma este taxista. "Desde que están de moda los cotillones, el trayecto más solicitdo es desde las casas hasta las discotecas", asegura. Después hay varias horas de descanso.

La demanda se vuelve a reactivar sobre las seis de la mañana. Justo cuando terminan los cotillones. Y así hasta que empieza el servicio de autobuses.

La noche se vive en el sector del taxi con especial incertidumbre. "No sabemos a quién montar", confiesa Juan. "La mayoría van bebidos, algunos en vez de un taxi, necesitan una ambulancia que los lleve directamente al hospital", garantiza. "Y todo esto si tienes suerte, puede ser que uno de los usuarios te vomite en el coche, por lo que perderías toda la noche; o que se vayan sin pagar, que también es más que posible", explica el taxista.

En la ambulancia del 061
Cuando las copas han sido tantas que, como explica Juan, hay que cambiar el taxi por la ambulancia actúa Joaquín Estepa, médico del servicio de emergencias sanitarias 061. Su turno, de 12 horas, comienza a las ocho de la tarde.

"En Sevilla, es una noche especial, las demandan aumentas", explica el galeno. "Estas noches se caracterizan por un aumento de las intoxicaciones etílicas y de accidentes de tráfico", asegura.

Joaquín ya ha comprado la uvas, aunque, como el resto de sus compañeros no sabe si podrá comérselas. "Hay que estar a la expectativa", afirma. Lleva en este trabajo 17 años y, "por desgracia", ya sabe los que es vivir una Nocheviaja. "Ya estamos acostumbrados, no nos quejamos", lamenta entre risas. Su mujer y sus hijos están habituados a este tipo de despedidas de año.

Desde el camión de bomberos
En muchos casos, Joaquín comparte su trabajo con personas como Carlos Pina, él es bombero y también trabaja en esa noche. A sus 53 años, 20 de ellos apagando fuegos, tampoco es la primera vez que le toca ese turno.

En su parque de Bomberos reciben el año nuevo con un gran banquete que ellos mismos organizan. "Nos ponemos de acuerdo para comprar las cosas. Una paletilla, gambas... después ajustamos cuentas y nada, a esperar que no pase nada", comenta Carlos.

En su profesión también es una noche especial. "Los días en los que hay mucha gente en la calle siempre se producen más incidencias", explica. "La gente nos saluda alegremente a nuestro paso", explica entre risas.

En la Guardia Civil
"Hasta los cacos se comen las uvas", confirma entre risas el sargento de la Guardia Civil, Juan Manuel. Él es el suboficial del Centro Operativo Complejo de Sevilla. Bajo su responsabilidad, y la de sus seis compañeros, está atender las llamadas que recibe el teléfono 062.

Con su experiencia, 12 años en el cuerpo y cinco en este puesto, es capaz de hacer un cronograma de la Nochevieja. "Arranca de forma tranquila, sobre las 8 y hasta las 12, se atienden llamadas por riñas familiares. En la medianoche los protagonistas son los pertardos, el ruido y la música alta -cosa que no es competencia de este cuerpo, sino de la Policía Local-. A las tres de la mañana se producen las peleas tumultuarias en los cotillones. Las agresiones y los accidentes de tráfico llegan al amanecer", explica este agente. "Ya así un año y otro", confiesa.

Su turno empieza a las nueve de la mañana del día 31 y termina 24 horas después. "Lo que menos hay es robos y atracos", dice el sargernto. Su experiencia en este servicio no difiere en gran medida del de bomberos o médicos. "Sólo un año hemos medio podido comer las uvas", recuerda. En una Nochevieja se pueden recibir unas 500 llamadas al 062.

La parte más grata, "cuando la gente nos llama para felicitarnos el año o para dar las gracias a la Guardia Civil", confiesa Juan Manuel.

En los juzgados
En los juzgados, la actividad es más tranquila. Los abogados de guardia esperan en sus casas el sonido del teléfono que, en la mayoría de los casos, nunca llega. Magistrados, secretarios, guardias civiles y otros tantos aguardan a que haya un incidente.

"Lo normal es que no te llamen", confiesa un agobado. Nadie permanece en el juzgado. "Además, como tenemos hasta ocho horas para atender a un detenido, la Policía espera a que llegue la mañana", explica. "Sólo nos movilizan cuando se da un suceso grave: una muerte, una violación, un delito en el que estén involucrados menores, pero estadísticamente no es algo habitual".

En el hospital
Vivir una Nochevieja en un hospital no es plato de buen agrado. Felisa Bellido acumula muchas guardias como enfermera en el área de oncohematología. Sus pacientes son enfermos con leucemia o linfomas. Este tipo de patologías hace que los que las padecen deban permanecer meses, "e incluso años", hospitalizados.

"Todos nos conocemos: enfermeros, médicos y pacientes, lo que hace que el trato sea más humano y personal", explica Felisa. El menú de ese día es especial, para enfermos y trabajadores. "Les ponemos uvas y adornamos la planta", asegura. "Después de las campanadas nos pasamos por las habitaciones para felicitar a los pacientes el año nuevo", afirma la enfermera.

Al igual que los Bomberos, los enfermeros que trabajan ese día preparan una cena con "marisco, chacinas y todo lo que se lleve". "Estamos con nuestra otra familia, en casa dejamos una y en el trabajo estamos con otra, a la que también queremos", confiesa Felisa.

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